Bienvenidos a la Nueva Web del Potaje Gitano de Utrera, el Festival Flamenco más antiguo del mundo

Inicios del Potaje

Año 1957

Fiesta de Hermandad

Los Inicios del Potaje Gitano Fueron Fiesta de Hermandad

El primero fue en una caseta de tiro al plato, una instalación provisional que Fernando Benavides había montado en los inicios del camino de Consolación, donde actualmente se ubica el Instituto de Enseñanza Media Ruiz Gijón. Asistieron unas sesenta personas. Bajo las paredes de cañizo y techo de lona, mesas cubiertas de manteles de papel verde. Pepe el del Onuba guisó y sirvió con su personal, el potaje de frijones, exquisito manjar y comida predilecta de las casas gitanas. Tras la degustación del potaje, que fue acompañado por aceitunas negras y vino tinto, AntonioVargas, Hermano Mayor de la Hermandad, hizo los honores con breves y sencillas palabras, Paco de Ronda recitó primorosamente una poesía que el poeta utrerano Florisél de Góvela había compuesto para el Cristo de la Buena Muerte y, José el de Aurora, padre de Fernanda y Bernarda, junto con Pepe Romero, utilizando una tinaja que se encontraron allí, realizó una colecta en favor de la hermandad.

Como muy acertadamente se había previsto, allí estaban como invitados, Diego el del Gastor, Perrate, Cuchara y Gaspar de Utrera. Y, como era de esperar, el velo del misterio se rompió estallando en la noche, haciendo aparecer eI arte, despertando el duende y destapando la gracia. Arte, Duende y Gracia, trilogía que retrata el sentimiento hondo y el aire flamenco de los artistas gitanos.

Cuchara abrió la fiesta cantando por bulerías con ese sello que tanto se aprecia por ahí, el cante grande lo inició Antonio León cantando por soleá con sabor a gargantas antiguas. El eco patético de Manuel de Angustia puso cátedra en su cante por siguirilla con el arranque majestuoso que este cante ritual merece y el eco rotundo de Gaspar y el dulce aroma del cante inigualable de Perrate, sometidos ambos por el duende de las cuerdas gitanas de la guitarra de Diego el del Gastor, nos llevó a las claritas del día.

Se pensó, por parte de la hermandad, que aquello sólo fue un acierto del mayordomo quien de esta forma quiso festejar el éxito cofrade pero, al año siguiente, la gente daba hasta cuatro mil reales por un plato de frijones.

Hay que recoger, mientras estemos hablando de los primeros Potajes, que el número de asistentes nunca llegó a doscientos, que Diego el del Gastor, Juan Acosta, Perrate, Gaspar, Cuchara y Dieguito Chamona siempre fueron artistas que intervinieron generosamente, salvo pequeños detalles que la hermandad podía tener con ellos. De la misma forma, es decir, sin cobrar un duro y a partir de la segunda fiesta, se contó siempre con el maestro Mairena, al que acompañaban cada año Tomás Torre, Juan Talega y Diego el de Gloria, mientras que por otra vía de simpatía a la hermandad, nos llegaban cada año el Niño de Aznalcollar -exquisitos fandangos los suyos-, y Antonio Núñez Torres el Barbero de Sevilla, al que daba gusto escuchar en el romance de Preciosa y el aire, de Federico, por bulerías y ese viejo patriarca ecijano llamado Curro Torres, que hacía cante grande, hablando. Diego Chamona, el tío de Bambino y otros gitanos de Utrera como Diego Jiménez, Andrés el de la Carrasca, Andrés el Rano, José de Morón, el Marquesito…, aportaban igualmente su aire en el cante y en el baile.

Vamos a entender como primeros Potajes, aquellos que se celebraron en la intimidad, aquellos en los que todo era una fiesta, sin tablao y sin sonido eléctrico y, por supuesto, sin orden establecido. El organigrama era el plantel de mesas, con una especial de presidencia en la que siempre se sentaba Antonio Mairena, juntamente con el hermano mayor y con el cura párroco y otras autoridades. Siempre había palabras de ofrecimiento y realce, tarea que recaía en el hermano mayor, el poeta utrerano Salvador de Quinta y en quien esto escribe. Después de la degustación del Potaje se llevaba a cabo una rifa para recaudar fondos y, cuando surgía, porque nadie imponía nada, se destapaba el tarro de las esencias y ya, el cante y el baile sembraban el ambiente de fiesta hasta la hasta el alba.

Texto extraido del libro “EL POTAJE GITANO DE UTRERA (CINCUENTA AÑOS DE HISTORIA), escrito por D. Manuel Peña Narváez