Voces Flamencas de Utrera
Perrate de Utrera
Biografía
Perrate de Utrera es el nombre artístico de José Fernández Gradados, nacido en 1915 en Utrera, hermano de La Perrata, padre de Gaspar y Tomás de Perrate, yerno de Manuel Torre. Tío de Gaspar de Utrera, El Lebrijano y Pedro Peña y tío abuelo de Pedro María Peña y Dorantes. Según sus propias declaraciones, era descendiente de la Serneta.
Es, en palabras de su paisano Manuel Peña, «el cantaor más largo, más completo y más rico de matices de cuantos ha parido Utrera». No se hizo profesional hasta una avanzada edad, alternando en su juventud y primera madurez los oficios de sillero, que aprendió de su padre, y jornalero agrícola.
En 1951 se suma al elenco del tablao sevillano El Guajiro, en Los Remedios, donde comparte escenario con El Chocolate, Matilde Coral, Pepa Coral, Trini España, Farruco y Manuela Vargas, entre otros, cobraba 30 duros.
Hacia 1953 pasa a Madrid, a los tablaos El Duende, propiedad de Gitanillo de Triana, donde alterna con Pastora Imperio y El Califa, Torres Bermejas, El Boquerón de Plata y el Circo Price. Canta para el baile y en fiestas, pero pronto regresa a Utrera.
Canta en fiestas, ventas y en la Feria de Sevilla de 1957 data su primera participación en el Potaje de Utrera, festival al que volverá en 1958, 1965, 1966,1969 y 1990, año en el que fue homenajeado.
Participa en diferentes festivales andaluces: Concurso de Cante Grande y Festival de Cante Grande de Écija (1961, 1962), Festival de España-Jerez y II Curso Internacional de Arte Flamenco de Jerez (1962, 1964), Gazpacho de Morón (1963, 1964, 1965, 1966, 1968), Festival de Cante Jondo de Mairena del Alcor (1965, 1966), Caracolá de Lebrija (1966, 1967, 1968), Festival de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla (1967), la Fiesta del Algodón (Utrera, 1963).
El 6 de marzo de 1970, poco antes de la Feria de Sevilla, es sometido a una operación de médula cervical que lo deja postrado, parapléjico, desde ese momento su arte queda limitado a algunas intervenciones en TVE, dentro del programa “Rito y Geografía del Cante”, que le dedicaría un capítulo completo, y algunos homenajes del que fue beneficiario.
Murió el 12 de octubre de 1992 en el Hospital El Tomillar de Dos Hermanas, después de permanecer dos décadas en una silla de ruedas, algunos de sus hijos fueron artistas flamencos, como Gaspar o el malogrado guitarrista Diego, pero ha sido Tomás de Perrate el que más largo recorrido artístico ha tenido. Aunque se da la curiosa circunstancia de que Tomás de Perrate se hizo cantaor cuando su padre murió.
Su discografía es más escasa de lo que nos gustaría y apenas cuenta con un disco en solitario, compuesto en realidad en 1997 a partir de actuaciones en vivo en los años 60, con la guitarra de Diego del Gastor. El álbum lo editó la discográfica Senador con el nombre del cantaor como único reclamo. Es sin duda lo mejor de su legado, lo que lo convierte en un cantaor fundamental en la historia de lo jondo. Si en disco apenas había registrado soleares, seguiriyas, tangos y bulerías, en sus registros en vivo podemos apreciar que su repertorio se amplía hasta las cantiñas, los fandangos, los tarantos, etcétera.
Su influencia en la soleá de Utrera es más que notable, de manera que es considerado por algunos como el más genunino intérprete de este cante. Dominó además otros estilos de soleá, fundamentalmente los de Triana y Alcalá de Guadaíra.
Por seguiriyas se muestra como seguidor de Juan Talegas y de su maestro confeso, Antonio Mairena, pero su influencia mayor se cifra en la bulería, estilo donde impuso ese ritmo demorado, pastueño, que es hoy seña de identidad del cante de su tierra. Lo mismo podemos decir de la canción por bulerías, en el que fue un verdadero maestro.
En los 60 participó en algunos discos colectivos, como el famoso Archivo del cante flamenco (1968) de Vergara, producido por José Manuel Caballero Bonald y con la guitarra de Eduardo de la Malena. Grabó dos tandas de soleares y unas seguiriyas. Ese mismo año participó en la obra de estudio Potaje gitano de Utrera con soleares, bulerías y seguiriyas con la guitarra, entre otras, de Juan Habichuela. Algunas de las grabaciones realizadas en los 60 para el Archivo -y finalmente descartadas- aparecen en los 70. Su cante también aparece en En la raíz del cante (Pasarela, 1987).
Perrate eclosiona con el mairenismo, en paralelo al cambio estético de los 60, cuando el gusto cambia de las voces líricas a estilos más primitivistas. Por eso hace carrera cuando ya está maduro como cantaor y como ser humano, eclosiona al tiempo que las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera, Periñaca, Joselero o Talegas.
Podemos hablar de un antes y un después del accidente, el Perrate de los años 60 es un cantaor maravilloso, natural, estilista, sin excesos ni falsos arcaísmos, marcó tendencias con su forma de hacer la bulería reposada y de tercios interminables.
En los 70 podría haber redefinido su repertorio hacia estilos más ligeros, pero no lo hizo., de participar en los principales festivales de Sevilla y Jerez en los 60, pasó a dejar radicalmente de hacerlo en los 70 y se eclipsa poco a poco, de haber estado sano, habría grabado discos en solitario como hicieron otros intérpretes que se destaparon con el Archivo del cante flamenco de Vergara: Joselero, Curro Mairena, Juan Talegas, La Periñaca… y habría sido una estrella de los festivales.
Por Manuel Peña Narváez:
Ya hemos dicho que Perrate es un cantaor completo, pero tiene una fuerza especial en la soleá, en la seguiriya y en la bulería; aquella con la dulzura de su medida, la otra con la jondura de lamento y ésta con la gracia de su compás. Tres cantes patrimonio indiscutible de los gitanos, que Perrate hace con esencia de misterios solemnes, con negrura de llanto contenido y con duendes tocados de gracia que mueven a baile y a júbilo popular de cantes que son cantos de una raza”.
“Perrate” es «el cantaor más largo, más completo y más rico en matices de cuantos ha parido Utrera. Él, junto a Fernanda y Bernarda, constituye el trípode de sabor, de vitalidad y garantía de pureza del arte intenso, solemne y emocional que caracteriza a este pueblo». Es «un cantaor para escuchar sin técnicas de por medio, un cantaor para llorar, un cantaor para morir con su cante», según afirma Manuel Herrera. “Perrate es uno de los colosos del arte gitano, veinticuatro quilates de oro moreno, una maravilla más del mundo”.
«Ha sido uno de los cantaores más grandes que ha parido Utrera. Lo mismo te llenaba de peluco en la hondura de la soleá, que te alegraba las pajarillas con el oleaje fabulosamente acompasado de unas bulerías. Lo que pasó con este hombre fue que, cuando estaba en plenitud de facultades, corría los años duros del señorito juerguista que, además de malpagar, ni siquiera prestaba atención al cante.»
«Perrate, siempre justo, siempre humilde, siempre enamorado de su pueblo, nunca supo dejarse arrastrar por el alucinante mundo de las luces y las tramoyas y, salvo su fugaz estancia en los tablaos de Madrid -Circo Price, Los Califas, El Duende, Torres Bermejas…-, lo que le valió para que su voz quedara registrada en una escasa discografía flamenca, Utrera fue siempre escenario de sus ayes, fuente de sus quejíos y ventana al aire por donde le entraran los duendes transparentados de su cante».