Voces Flamencas de Utrera
Enrique Montoya
Biografía
Enrique Montoya Fernández, nace en Utrera, C/Eduardo Dato 42, a las veintitrés horas del día 21 de septiembre de 1.928. Hijo de José María Montoya Pozo y Marta Fernández Carrillo. Su padre, por esas fechas, era comerciante y tenía una tienda de ultramarinos en esa misma casa de Eduardo Dato, más conocida en Utrera por la calle Escobas.
A los tres años se van a vivir a la calle del Arrecife, hoy C/Álvarez Hazañas y su padre ya trabajaba como funcionario del Ayuntamiento, en ese domicilio viven cuando estalla la Guerra Civil, entran “tropas nacionales” y se llevan preso a su padre, día 26-7-36, y a un hermano de este llamado Joaquín, que era novillero y tenía un coche “La Golondrina”, con el que transportaba gente al Pantano del Águila, donde por aquella época existía cierta inquietud de movimiento obrero; dos días después, de lo que parecía un arresto rutinario, el 29 de julio, fusilan a José María y su hermano Joaquín, a la salida de Utrera, carretera de Los Molares, un lugar conocido como El Barrero, y Enrique y sus hermanos Juan y Marcial se trasladan, con su madre, Marta, a la casa del padre de esta, el abuelo Juan Fernández, a la calle Francisco Marín no 2.
Termina la guerra y Enrique con sus hermanos entran como huérfanos, en el Colegio Salesianos de Utrera, allí conoce a algunos de los que con el tiempo seguirían siendo sus amigos y allí realiza sus primeros “pinitos” artísticos, cantado en el teatro de ese colegio con sus hermanos, canciones que por entonces eran conocidas, (Castilla, Castilla; Mi compare Manuel Tablones…), según hoy aún recuerda su hermano Juan.
Varios años de colegio y se coloca con el procurador D. Manuel Garrido, donde, según cuentan sus hermanos, se pasaba más tiempo cantando que mirando papeles. Ya por entonces vivían en la calle Antonio Maura no 10 y su madre trabajaba como taquillera en el Teatro Triunfo (posiblemente 1943).
La primera guitarra se la construyó un carpintero aficionado a guitarrero, que vivía en su misma calle y en ella comenzó a tocar lo que le enseñaba un barbero de la calle San Fernando que se le conocía como el Maestro Barzamina. Después le dio clases Tamarín, que era ferroviario y según cuentan, unos de los que, por entonces, mejor tocaba la guitarra.
La abuela materna de Enrique, Cándida, había trabajado como institutriz de familias inglesas que en su tiempo habitaban los pueblos mineros de Huelva, esto hizo que Marta fuera educada con nivel superior a lo que por entonces era normal en las mujeres de nuestra tierra. Ella poseía buenos conocimientos básicos y ciertas dotes musicales que demostraba con el piano.
Su abuelo paterno, Enrique Montoya Salazar, según contaban, era amante del flamenco y la “juerga”, tanto que, en cierta ocasión, casi le cuesta su puesto de trabajo como delegado de la policía municipal, también era muy aficionado a escribir letras que el mismo canturreaba por fandangos y que hoy todavía se conservan en las mismas libretas donde él las escribió.
Tiene Enrique catorce años y una guitarra, entonces, con un paisano de su misma edad, se escapa de su casa y en un tren se van a Madrid. Su abuelo Juan Fernández, enterado del asunto, por amistades logra que le encuentren en la misma estación de Madrid y que ese mismo día los devuelvan a su pueblo. Su abuelo al llegar le rompe la guitarra, le pela al cero y le encierra en el soberao de la casa.
Pero Enrique sigue cantando y tocando la guitarra. Comienza las amistades con sus paisanos gitanos, frecuenta sus fiestas y va con ellos allí donde haga falta cante y buen son. Su gran amigo, Curro de Utrera, nos contó que por esas fechas se conocieron. Iban a una fiesta en la calle Antón Quebrado, y Perrate le dijo a Curro: “Mira, Curro, te voy a presentar a Enrique, que toca la guitarra y cantiñea muy bien”. Desde entonces mantuvieron una amistad de por vida.
Sobre 1944, aparece en Utrera un cantaor: “Pedro El Yegüerizo”, llevaba años fuera del pueblo, viene con su mujer “La Niña de Albacete”, y con la intención de formar un espectáculo flamenco; conoce a Enrique y convence a su abuelo Juan para que lo deje ir en esa Compañía, ya que él le cuidaría como a un hijo.
En el espectáculo, van, además del Yegüerizo y su mujer, Enrique, un cantaor “El Chozas”, una pareja de cómicos y un caricato. Estando en Granada con dicho espectáculo, ofreciendo actuaciones en un café de esta ciudad; animada por una hermana mayor va a verle María López Rodríguez, natural de Cabra del Santo Cristo de Burgos (Jaén), de la misma edad de Enrique y huérfana por las mismas circunstancias que este. María, cuyas ilusiones eran también las de ser artista, conoce a Enrique en ese café granadino y se enamora de él. El Yegüerizo, igualmente va y habla con la madre de María y de esta forma entra en la misma Compañía como pareja artística de Enrique: ella cantaba y bailaba mientras el tocaba la guitarra y cantaba.
El espectáculo se deshizo por tierras extremeñas. Enrique escribió a su amigo “Curro de Utrera” y juntos deciden hacer más ruta por esos pueblos. Ofrecían su espectáculo por bares y casinos. Enrique cantaba con su guitarra, después Curro, acompañado por la guitarra de su amigo; más tarde Enrique y María interpretaban juntos canciones como “La niña de fuego”… y al final Curro se pintaba la cara y actuaba como cómico. En algunas ocasiones, después de todo esto, rifaban un conejo o una gallina y el dinero de las papeletas eran los ingresos por sus actuaciones. Así siguieron un tiempo, hasta que en uno de esos pueblos en los que actuaban, Hinojal del Campo (Cáceres), María se pone de parto y nace su primer hijo, al que pone por nombre José María (Tate) y con él se vuelven a Utrera.
En Utrera hace algunos “bolos” en los pueblos de alrededor con sus compadres Perrate y Curro de Utrera. En esas fechas (primavera de 1948), llega a Utrera el espectáculo “Galas Juveniles”, con Naranjito de Triana, Maruja Bustos, Narci Díaz…. Lo había montado Emilio Arriero y era su representante Pepe Vaquero. No sabemos por qué causa el espectáculo llega sin guitarrista, localizan a Enrique y ya seguirá en ruta con esta Compañía el resto de la temporada.
Después se marcha al Servicio Militar, ingresó en automovilismo el 1-8-49 (Tetuán- Tánger), y según él mismo contaba, ayudado con su guitarra y su cante, hizo buena mili.
Completado el Servicio, vuelve a Utrera y le contratan para actuar en Salas de Madrid y Barcelona. Conoce a una Pareja de baile “Lola y Santiago” y forman un trío contratado para trabajar en Turquía, eran los años 1952-53. Con esta pareja de baile recorre Turquía, Egipto, Grecia y otros países de la zona.
Vuelve a España, ha nacido su segundo hijo, (Enrique Montoya “Candela”) en Barcelona. Trabaja en Sevilla y Madrid donde hace actuaciones en emisoras de radio, (Cabalgata, Boby Deglané, José Luis Pécker) y alterna salas de fiestas (Villa-Rosa Madrid), con cines en los que después de proyectarse la película se ofrecía la actuación de algún artista en directo. En Sevilla lo contratan en el célebre tablao “El Guajiro” donde llega a encabezar el espectáculo de esta sala en la que trabajaban artistas de la talla de Farruco, Matilde Coral, El Trompo, Moro, Jarillo… etc.
Trabajando en una de estas salas, lo escucha Antonio Márquez, marido de Concha Piquer y lo contrata para el espectáculo “Salero de España” con el que recorre todo el país. Estando en el teatro Poliorama de Barcelona, graba su primer disco, compuesto por dos títulos a 78 rpm. “Los arbolitos”, una ranchera mexicana que él hizo popular a ritmo de bulerías y “Pena, tengo pena” unos tientos cuya letra escribió Rafael de León que con el tiempo se convertiría en gran admirador y amigo de Enrique.
En 1955 vuelve a Madrid, debuta en el Circo Price en una Compañía de la que formaban parte: Marisol Reyes “La Novia de Madrid”, Pedrito Rico y Pepe Mairena. Allí es contratado por José Ma Lasso de la Vega, para el teatro Victoria, en el Paralelo barcelonés, donde forma parte del espectáculo encabezado por Carmen Morell y Pepe Blanco.
En 1956, estando trabajando en Madrid, le ofrecen un ventajoso contrato para la televisión de la Habana (Cuba), donde debuta en noviembre de ese mismo año. Estando allí, estalla la revolución de Castro y se va como puede a San Juan de Puerto Rico con varios artistas españoles que en sus mismas condiciones. De Puerto Rico se va a New York, donde entra el 29-11-57, conoce a Sabicas con el que traba gran amistad y con el que graba varios discos flamencos para el sello Montilla, junto a Mario Escudero y Domingo Alvarado. Fueron tantas las grabaciones, que, según contaba Enrique, en esa época casi vivían de eso. En esas grabaciones ya aparecen temas en los que se refleja la inquietud de Enrique por poetas como García Lorca, pues graba un LP dedicado al poeta granadino con temas su libro “Poema del cante jondo”. En el mismo New York trabajó en la sala Chateau-Madrid y en el Roxi Theatre, donde, como anecdótico, contaba Enrique que en esos lugares cantaba con gran éxito, por bulerías la canción “La Tani” en un inglés que chapurreaba pero que nadie entendía.
De N.Y. se va contratado para Argentina (1958), en el espectáculo “Romería” de María Antinea, debutan en Buenos Aires y con él recorre Argentina, Uruguay y Chile. En 1959, vuelve a España, en la última travesía que hizo el “Cabo de Hornos”, entrando por Cádiz el 6-11-59.
De América trae en mente grabar un disco que le propone la casa discográfica EMI, a través del maestro Casas Augé. Un disco de 45rpm. con cuatro temas: “A la feria de Graná”, “Que cosas tiene el amor”, “Siempre te quiero” y otra canción a la que la censura puso pegas y para sustituirlo, Enrique recuerda un tema que escucho en Cuba y que él cantaba por bulerías, al maestro Casas le gusta y se graba el que fuera primer gran éxito nacional de Enrique Montoya: El cha-cha-chá “Esperanza”. Efectúa esta grabación y se va con Antonio Machín en un espectáculo con el que recorren Levante, Cataluña y el Sur de Francia e Italia, terminando en Génova en abril de 1960. Vuelve a España donde ya es conocidísimo por su canción “Esperanza”.
En la primera década de los sesenta, forma su propia Compañía, con llenos impresionantes de público. Después vienen los años en los que surge la figura del empresario que contrata varias figuras para formar un gran espectáculo, así coincide con figuras como Juana Reina, Marifé, J. Valderrama, P. Marchena, P.Pinto, Niña Antequera, Emilio El Moro, Farina, A. Molina, M. Escobar, Príncipe Gitano, Porrinas, Niña de la Puebla…… y todo lo más destacado del mundo artístico en esos años.
A finales de los sesenta Manolo Caracol lo contrata por temporadas completas para su tablao flamenco “Los Canasteros” en Madrid. Participando con un cante por bulerías para el último disco que grabó Caracol: “Mis bodas de oro con el cante”.
A partir de los años setenta, viene la decadencia de aquellos famosos espectáculos de variedades, y el trabajo para los artistas se desarrolla a través de salas y galas en las ferias de los pueblos. En esta época es cuando Enrique, de nuevo vuelve a sus raíces más flamencas, musicalizando poetas como Lorca, Los Machado, Alberti, León Felipe y sobre todo a su buen amigo Manuel Benítez Carrasco. Así, en esta época graba un LP con la guitarra de Paco de Lucía y otro con la de Manolo Sanlúcar.
En 1980 se le homenajea con el XXIV Potaje Gitano en el que intervienen: Fernanda, Paquera, Chocolate, Lebrijano, Pansequito y José de la Tomasa entre otros artistas. En 1984 interviene en el Festival de la Guitarra de Córdoba, dedicándosele otro día en el Séptimo Festival de esta Ciudad.
En 1986 clausuró la IV Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla, ofreciendo un magnífico recital en los jardines de los Reales Alcázares de esta ciudad.
En contra de los que algunos piensen y otros llamados “flamencólogos” hayan escrito, Enrique era un gran conocedor del flamenco puro, tanto con su voz como con su guitarra. Dotado de un talento especial para el arte, que derramaba a raudales cuando se encontraba “agusto”, en familia y en pequeñas fiestas. Enrique hizo versiones por bulerías de temas que aún hoy siguen cantándose en el mundo flamenco y que solo sabemos que fueron creaciones suyas, los que tuvimos la suerte de vivir con él esos momentos y de escuchar en voz de otros compañeros que era “el artista preferido de los artistas”.
Fue profeta en su tierra, donde hoy se le sigue recordando con un cariño especial. Mostachón de plata y Mostachón de Oro de la Ciudad, Hijo Predilecto, Una Plazuela con su nombre y un hermoso monumento, una escultura, obra del gran artista utrerano Salvador García, con la figura de Enrique a tamaño natural, sufragado con donaciones populares.
Enrique Montoya fue un trabajador incansable, (él mismo decía que había hecho oficio de su arte), sólo se le veía triste cuando el trabajo faltaba. Y trabajando estuvo hasta días antes de su muerte, provocada por aneurisma disecante de aorta el día 28 de julio de 1993.
Una de sus mayores satisfacciones artísticas fue la que tuvo en la Navidad del 91, cuando grabó con su familia un disco de villancicos titulado “De Utrera a Belén”, que alcanzó un gran éxito en el mercado y con el que actuaron esa Navidad, en todas las cadenas de televisión.
Quizá como resumen de su vivir, podamos decir lo que en una bella carta escribía un admirador a su familia: En la memoria quedará el recuerdo de este hombre sencillo que alegró nuestras vidas con sus cantares.
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